En este primer listado necesario para no olvidar, presento algunas de las estrategias patriarcales que se llevaron a cabo para matar y torturar a las denominadas brujas y, al mismo tiempo, como siempre ha sucedido, para BORRAR la masacre. Con este tipo de estrategias, se han perpetuado la misoginia y la civilización del Hombre. Es una breve síntesis que realizo a partir de la lectura del libro de Federici (2010), referenciado al final, más cosechas propias y hierbas de otros lares:
– Las Iglesias reformulan la invención ideológica del diablo y consolidan el sistema del confesionario (Foucault, mutis por el foro).
– El Estado constituye el Tribunal de la Inquisición con el libro “El martillo de las brujas. Para golpear a las brujas y sus herejías con poderosa maza” (Malleus Maleficarum) de Kramer y Sprenger, donde se especifican -de manera detallada- técnicas, mecanismos e instrumentos de tortura y vejación sexual (Foucault, mutis por el foro).
– La ciencia médica les roba los conocimientos a las mujeres “entre aplicaciones de la garrucha” (Federici, 2010) y los institucionaliza en sus universidades, a las cuales se les prohíbe la entrada hasta las primeras luchas sufragistas.
– La filosofía argumenta y justifica –bajo la luz de la Razón renacentista y luego ilustrada- la gran masacre (Bacon, Kepler, Galileo, Shakespeare, Pascal, Descartes… por nombrar a algunos de los “grandes hombres” que perseveraron en dicho propósito).
– La literatura y la mitología crean el personaje de la Bruja y lo sellan, en el XIX, en los cuentos infantiles para adoctrinar a las niñas (os) en la misoginia y en el miedo, además de encubrir los hechos históricos bajo el manto de la ficción (hermanos Grimm, Walt Disney, industria cinematográfica…). Esta operación también se realiza en los inicios de la civilización patriarcal mediante el mito del origen del mundo, recreado en todas las religiones (ver Sendón de León, 1988).
– El capitalismo para asentarse en el “viejo y nuevo continente” necesita tener bajo su control el vientre de las mujeres. Para esto, torturar y matar a las curanderas y robarles el conocimiento sobre sus propios cuerpos sexuados –orgasmos, menstruación, anticoncepción, parto y aborto- se hace indispensable (Marx, sus predecesores y sucesores… mutis por el foro).
– La historiografía colabora de manera protagónica en el silenciamiento en todo relato que presenta sobre la época moderna, sus inicios y desarrollo. La historiografía latinoamericanista oculta que Colón llega al “nuevo continente” con la Inquisición bajo el brazo.
Así, cada uno de los interrelacionados poderes, ideologías, centros de conocimiento e instituciones patriarcales, conformados por cuerpos de hombres, trabaja en esta misión femicida en la que se asienta la gran época moderna que tanto los enorgullece. Como todo en el patriarcado, los filósofos, escritores, científicos, estadistas, jueces e intelectuales no son casos excepcionales y aislados. Los “grandes hombres” forman parte de una tradición de pensamiento. Por lo tanto, la justificación misógina que sustentan cuenta con la complicidad de todos, porque la tradición consiste en la legitimación de unos hacia otros.
A los hombres del Renacimiento los siguen los hombres del Siglo de las Luces, quienes mandan a la guillotina a las revolucionarias que osaron considerarse seres racionales. El diálogo entre estas y las brujas fue cortado y no lo heredamos. Pero hemos heredado a todos los misóginos: Shakespeare se sigue reproduciendo en las tablas y en el cine. Los hermanos Grimm siguen vigentes en Walt Disney. El método cartesiano sigue siendo válido en la filosofía y las ciencias; por ejemplo, en la ciencia lingüística, Chomsky se inspira en Descartes para su idea de sujeto. Desde el siglo XX, Foucault estudia los siglos XVII, XVIII y XIX y guarda silencio rotundo, dice Federici (2010), sobre la quema de mujeres y la cámara de tortura, donde los gritos de dolor de las mujeres vociferan un “discurso de la sexualidad”.
Rich dice que el orden patriarcal se sostiene sobre la base de muchos silencios respecto de nosotras -las mujeres- nuestras relaciones, historias, sumisiones y resistencias. Uno de los silencios con mayor densidad es la matanza de mujeres de los siglos XVI y XVII. Es un silencio espeso y, por lo mismo, una gran fuente de conocimiento para nosotras. Su espesor oculta que la caza de brujas es la plataforma soterrada sobre la que se yergue la denominada época moderna en occidente.
FUENTE BIBLIOGRÁFICA:
Federici, S. (2010). Calibán y la bruja: mujeres, cuerpo y acumulación originaria. Buenos Aires: Tinta limón.
2014